Ojalá hoy sea un mejor día para ti,
amor.
Que la calma rebose en tu cabeza,
que logres derrotar a los fantasmas,
que la confusión dé paso a lo cierto,
a lo claro,
que la rabia no inunde tu pecho,
ni la frustración nuestro afecto.
Te mando,
desde este aludido de más insomnio que
vida,
de muchas penas tal polvo se guarda
bajo la alfombra,
toda la cobija de mis brazos
extendidos.
Sí tienes lugar, preciado mío,
Y ese lugar quizás no es un único
físico,
una misma veracidad,
sino que es lo que has embutido en
otros corazones,
con cuántas centellas derrotadas,
con cuántas tierras conquistadas.
Y acá tienes un corazón que quiere
llenarte a ti.
Ya se disiparán los tornados que rondan
tus sentidos,
ya se unirá lo dicho con lo hecho,
cesará la necesidad de vivir como
péndulo.
Pronto podremos trazar nuestros miedos
en nuestros cuerpos, en forma de
semillas,
para que florezcan desde las orillas,
los frutos dulces de nuestros
tropiezos.
No te urjas, compañero,
si no estás en mis recuerdos.
Y es que no tienes por qué estarlo,
del pasado se aprende,
hoy eres lo indiscutible,
el presente, el alza del momento.
Déjame mostrarte: todo tiene sentido,
permíteme adornar tus penas con mis
gestos emotivos,
déjame, en el arroyo de la inmensa
soberanía,
con la que tus manos hurgan en mi
esqueleto
lograr, imperativo,
detener tu tacto inquieto.
Cuéntame, mi amante,
la historia más triste de tu
existencia,
déjame derrotar a tus demonios,
Seré cual escudero, te juraré lealtad y
amor eterno,
protegeré con mi vida tu anhelado
cuerpo,
Y derramaré mi sangre,
tras cansadas batallas,
sobre quienes yacerán derrotados
porque los vencimos -sí, amor, los
vencimos-
sólo al tomarnos de la mano
en la estructura de cemento
y su hedonismo ventisquero.
Permíteme, precioso mío
ser la inminencia de lo incierto,
la burla del error de texto,
déjame ser el disfrute de lo inédito:
El linfo ya no lindo,
El miocardo y no amor mío,
el hombre ya no mujer,
el ateo otrora cristiano,
el marxista jamás idealista,
el creyente a su manera,
el que termine el tic tac que te
desespera,
permíteme ser la oposición que ansiabas
quien derrote al pasado
quien sea la savia nueva
que conquiste la síntesis de 27
primaveras.
No llores, mi amor,
en un baño escondido,
mientras eres la expresión
del enajenado común visto,
con tu mano en tu miembro,
y la otra en el tecnológico brillo,
tus lágrimas cayendo,
y yo corriendo al encuentro de ese
sinsentido:
tomemos los fusiles, cariño mío,
esclavicemos juntos el cruento hastío,
la rabia del salvaje ostracismo,
que nos condena a amarnos escondidos
sometidos por el individualismo,
asesinemos al avaro ideario
que nos condena a relacionarnos
mediados por quien mata en sombras,
con la hambruna, el negociado y el narcisismo,
venzamos la tortura
de vivir bajo el capitalismo.
Como inverso, esperado mío,
que nuestros paisajes del acaecido
no coloreen lo que hoy se afronta a ser
habido:
yo no quiero tu rojo de tortura,
por cuantos tajos rompiste con tu brío;
tú no quieres mi azul cobarde,
que no distingue mar de cielo por haber
resbalado antes,
yo no quiero no quererte,
porque tenerte quiero,
tú no quieres que contradiga
porque contradicción no debe ser deseo,
y yo deseo contradecirnos,
sólo en cuanto creas que no te creo.
“Que fluya todo, amor”
-me indicaste recién-
¿apliquémoslo para nuestra quimera?,
pues bien, ya lo ves:
en una mirada te contaré mi vida,
y luego, en un beso,
ofuscaré a quien te dijo debes ser esto
y esto,
el milenio pasado ya no cuenta,
somos dos,
tú,
yo,
la vida,
Dios;
La victoria de tenernos,
el triunfo del pueblo,
la liberación del oprimido;
Somos dos,
Tú,
Yo,
El casquivano del otro,
quien hurga en los recónditos parajes
del corpóreo sexo de nosotros como
amantes,
coexistimos, entonces,
como el complemento irrevocable;
Somos dos,
Tú,
Yo,
El roce en la cama,
o quizás la sobrecama
Tal vez no levantarnos de ella,
La noche, la tarde, la mañana;
Somos dos,
Tú,
Yo,
El karaoke de versículos
que vence a las plagas,
la rutina de alabar al amante
aquel que nos mima en nuestras artes;
Somos dos,
Tú,
Yo,
o quizás uno,
quizás
sólo, siempre,
fuimos uno.
Somos dos,
Somos uno;
Todo estará bien,
ya pasarán las penas,
dejé rutinas,
escribiré poemas.
No ames todo lo mío
ámame a mí,
todo estará bien,
si quieres ver,
mi sonrisa
cada minuto de tu vida,
todo estará bien,
ojitos de sol,
si eres la luz
de mis días.
Somos dos,
Tú y yo,
una única leyenda,
el destino no creído;
Somos dos,
Somos uno,
Somos dos,
Somos uno.
Somos dos,
te aprieto sonrojado,
Somos uno,
me recibes atormentado,
Somos dos,
me siento atacado,
Somos uno,
ya suspiras confundido,
Somos dos,
uno y todos,
somos uno,
todos… y todos,
Somos, quiénes somos,
Somos, quienes curan las heridas,
Somos, quienes no tienen la carga de
hacerlo,
Somos, quienes ofrecen su corazón,
¿somos uno, somos dos?
es que
somos dos,
dos somos,
somos uno,
uno somos.
Demasiado tiempo,
demasiado,
penetro, agotado,
me entrego, lastimado,
Canto, en tu naso labio,
me sumerjo, compenetrados,
río, abrazado,
me inquieto, acorralado,
te extraño, ensimismado,
suenan los violines,
me embrujan sus vientos,
el momento ha llegado,
es inexcusable la respuesta,
somos dos,
somos uno,
dos, uno,
uno o
dos.
Amor,
en cuanto te vi
no me enamoré.
Y hoy somos dos
pero uno
cada
uno.