Se resquebraja mi
corazón subyugado
como vidrio ya
rompecabezas
y en cada filoso trozo
se reseña
las infidelidades
hechas por ti siluetas
que huelen al
despilfarro de mi ego
y el desgarro de tantas
palabras finas
que hoy parecen ser
huecas.
El simbolismo es a la
violencia
lo que tu reto fue a
mis afrentas
que, orbitando por esta
misma fecha,
hicieron sucumbirme en
lágrimas de histeria
adormecidas con almidón
de pequeñas tabletas
condena de cadenas que
hoy aún traigo
pues, sin ellas,
vuelvo a recordarte
altivo
de lengua nada discreta
con envío de íntima
escena
buscando pernoctar en
carpa ajena.
Ay de mí y ay de ti
no se puede despachar
ningún peso
si no aligeramos la
maleza
si no rompemos los
tendones
de las raíces que traes
a cuestas.
No me dejes cargar más
de la cuenta
sólo por no querer platicar
con franqueza
que preferiría asumir
que soy débil
antes que oprimirte con
servidumbre ajena.
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