3 oct 2015
Por qué suplicas
Por qué suplicas
anonadado, triste
si las anchas de tus mejillas
desean siempre expandirse;
si lo arrinconado del deseo yace,
Oh, moreno futuro
tan allí dentro.
Por qué suplicas,
si la pena es sólo un ticket, sólo un pasaje
y, tú sabes, cada uno decide si ser pasajero.
Por qué suplicas
si la incomprensión no es tesoro para ellos,
es lo inevitable, lo certero
la proyección de lo propio
lo único que el yo dice debo
¿cómo buscas que te comprendan?
si no estás allí, en lo ajeno.
Por qué suplicas
si, ya sabes, el camino está claro en tu pensamiento
No es necesario ser estratega
en cada uno de los anhelos
a veces basta el impulso:
en el riesgo reina todo lo bello.
Por qué suplicas
Si el llamado ya fue escuchado
si el sí ya está dicho
si no hay más tejado:
lo azul ya es conchavino
la almohada cuerpo
la lucha camino
lo intelectual referido
y la vida ahí sigue
ahora ella suplicando tus versos.
2 ago 2015
Discurso - Finalización del curso del primer semestre 2015 - Escuela Sindical
Compañeros y compañeras graduados
Compañeros
y compañeras de la Escuela Sindical
Profesores,
Familiares, Estudiantes, Amigos y amigas,
Generalmente,
cuando me ha tocado dar palabras en algún estadio en tanto representante del
estudiantado –y lo recalco, sólo representante, es decir, la vehiculización de
una voz, no quien suplanta a-, intento hacer el ejercicio de dar una especie de
“corriente de la consciencia”, procurando que las ideas fluyan de forma
natural, sin edición, sino sólo con estructura.
Así,
entonces, al momento de recibir esta invitación pensé, en primer lugar, bueno,
que no debía ser tan largo, porque la última vez me retaron un tanto por eso…
espero no excederme de nuevo; pero luego, claro, en algo fundamental: loco poco
valorado que ha sido el trabajo de la Escuela Sindical con sus ya cerca de 10
años de historia. Y quizás no sea lo más correspondiente para comenzar estas
palabras, pero sí, como explicaba en un comienzo, lo más sincero: hemos
planteado su situación, hemos escuchado su nombre en diferentes reuniones, y
más allá de que sabemos que en lo efectivo existirán voluntades múltiples de
cooperar, trabajar e impulsar en conjunto, lo cierto es que nada de eso será
capaz de hacer justicia al trabajo que año a año han desempeñado tantos
estudiantes anónimos en esta instancia.
No
creo que sea ni siquiera necesario relatarles a ustedes, obviamente, el
esfuerzo comprometido y sacrificado que representa esta enorme labor. Pero no
puedo obviar, de ninguna forma, la expresión del más profundo reconocimiento no
sólo del estudiantado, sino de toda una comunidad que, y acá el compromiso
alentador del futuro, dentro y fuera de nuestras aulas sabrá de un proyecto que
rindió tremendos frutos para nuestra clase trabajadora, para nuestra sociedad,
para nuestro pueblo. No me cabe la menor duda de que la mayor alegría no estará
en palabras redundantes que podamos mencionar, porque… ¿saben ustedes cuánto
cuesta poder, en esta asfixiante carrera, en una facultad con un sinnúmero de
cosas por corregir, poder ser estudiante, amigo, familiar, muchas veces
militante, y además sostener tal nivel de compromiso con ustedes, con nosotros
y nosotras, con nuestras justas causas? Yo imagino que sí. E imagino que sí
porque ustedes también son padres, madres, hermanos e hijos e hijas. Y viven en
su expresión más absoluta la explotación, y nosotros también en la lucha
sacrificada contra ella: mis compañeros y compañeras son el mejor ejemplo, ese
de sacrificio, entereza, pasión; que más de una vez les debe haber costado más
de un dolor de cabeza… pero bueno, ¿qué es aquello comparado con la sana
alegría de ayudar a forjar aquellas futuras victorias que nos llevarán, a todos
y todas, a terminar con nuestras cadenas? La igualdad y la justicia deben dejar
de ser sólo conceptos. Y ustedes los han encarnado en sus manos, de la forma
más digna, de la forma más llenadora de orgullo a todos los y las estudiantes.
Mis más sinceros reconocimientos, y, por cierto, agradecimientos. Son gigantes, no dejen de saberlo.
Y
bueno, permitiéndome haber dicho lo anterior, y claro, ligado a lo expresado,
viene allí la frustración: la rabia de sentir que aún queda tanto por hacer,
tanto por transformar, tanto de lo que aprender, tanto por lo cual –con
humildad- asumir debemos reforzar y gestar, procurando siempre ser mejores,
procurando siempre la victoria.
Nuestra
carrera tiene una deuda enorme con el campo popular, con el cómo hacer de esta
carrera una orientada al cambio social. Es, en definitiva, el contraste más
crudo de la realidad, cuando nos damos cuenta que hoy gran parte de los
abogados dedican su vida a defender a los poderosos, y a nosotros, los más
humildes, los explotados, los que tenemos que aguantar los abusos en el
colegio, en la universidad, en el trabajo, quedamos de lado. Es la reflexión
que se gesta desde el clamor de una sociedad que requiere cambiar el
individualismo por la cooperación, y frente a ello, sin importar nuestra edad,
raza o sexo, no podemos resultar indiferentes.
Y
allí, retruena un nombre: Nelson Quichiyao López. Con toda y cada una de sus letras.
Honor y gloria. Honor y gloria porque tu muerte, bajo la cruel garra del acero,
no será jamás en vano. Y acá contamos con distintos hombres y mujeres que, al
alero de la constancia y también de la esperanza, habrán de seguir así un
ejemplo de dedicación y lucha.
A
nuestros compañeros y compañeras trabajadores y trabajadoras, a todos ustedes, también
el más profundo agradecimiento. Porque sí, porque ustedes también nos hacen
crecer, porque ustedes también nos dan el ánimo para que esta generación se
decida a seguir luchando. Son un ejemplo para que nosotros, los estudiantes,
jamás nos demos por vencidos, jamás cambiemos, y que dejemos en el olvido
aquella frase molesta que tantos gustan de utilizar, que dicen que las
esperanzas jóvenes son sólo sueños vacuos, que nuestro idealismo no es más que
una etapa. Porque no, no lo es, porque al calor de la movilización hemos
aprendido, porque al calor de las carencias aprendimos lo que era no tener,
porque al calor de la experiencia empírica de la diferencia social aprendimos
que nos quedaba un mundo por transformar. Gracias por enseñarnos, ustedes, todo
eso. Con su ejemplo como padres, madres, hermanos o hermanas, por su ejemplo
como trabajadores y trabajadores.
Por
último, un compromiso y un llamado. El compromiso de que la lucha que relataba
al comenzar estas palabras desde el estudiantado por transformar nuestra
Facultad y país continuará, no descansaremos en ello, seguiremos peleando por
abrir espacios y traspasar las fronteras de lo que se nos impone como lo
posible. Y, por otro lado, el llamado. El llamado modesto, humilde, a que todo
lo que significó el proceso de aprendizaje se replique, se enseñe, continúe,
que puedan transformarse en voceros de lo adquirido, que motivemos a más
trabajadores y trabajadoras a hacerse parte, que no olvidemos que aquí nadie
sobra, que requerimos siempre de más manos y puños en alto para seguir
luchando. Estoy seguro que la única gratitud que se requiere es no callar
frente al abuso de nadie en sus trabajos, de organizarse, de pelear por sus
derechos y de hacer crecer cada una de esas mismas fronteras que nos tratan de
imponer, terminando con un sistema que nos quiere sumisos para mantener su base
de desigualdad.
Muchas
gracias por estar aquí, por haber sido parte de este hermoso proyecto, y
recuerden que siempre encontrarán en
esta facultad un espacio y recibimiento, porque como dijimos hace un tiempo
atrás, y sin duda alguna, esta facultad también les pertenece.
Muchas gracias.
7 jun 2015
El ahogo de la esperanza
Cuando algo se ahoga
cuando algo perece así
hay una paradoja, difícil, inalcanzable
como son, ¿se supone?, las paradojas:
como tú, quizás,
de vaivén: de ir y venir,
de temor y entrega,
de felicidad y miedo,
de molinos inventados,
de no saberte Sancho o Quijote,
de mezclar príncipes con zorrillos.
Oiga, compañero,
¿no es el agua vida?
es el exceso de aquello,
estar satisfecho de vida
esa línea tan delegada, entre lo justo
y lo necesario
pero si es justo, ¿no es entonces necesario?
¿y qué es lo justo de vivir,
bajo el riesgo, tan inminente,
del ahogo,
de sucumbir,
de dormir bajo un licuado cuerpo?
Ahora hay un grito que yo mismo ahogo,
cuando quiero y no puedo,
cuando puedo y no quiero,
susurro bajo, veloz y complejo
para no entenderme y creer que algo digo
algo gélido; algún témpano, algún médano
de algo que allí murió
de algo que quiero ver muerto
de algo que, siempre guardo,
con la esperanza de volver a tenerlo.
cuando algo perece así
hay una paradoja, difícil, inalcanzable
como son, ¿se supone?, las paradojas:
como tú, quizás,
de vaivén: de ir y venir,
de temor y entrega,
de felicidad y miedo,
de molinos inventados,
de no saberte Sancho o Quijote,
de mezclar príncipes con zorrillos.
Oiga, compañero,
¿no es el agua vida?
es el exceso de aquello,
estar satisfecho de vida
esa línea tan delegada, entre lo justo
y lo necesario
pero si es justo, ¿no es entonces necesario?
¿y qué es lo justo de vivir,
bajo el riesgo, tan inminente,
del ahogo,
de sucumbir,
de dormir bajo un licuado cuerpo?
Ahora hay un grito que yo mismo ahogo,
cuando quiero y no puedo,
cuando puedo y no quiero,
susurro bajo, veloz y complejo
para no entenderme y creer que algo digo
algo gélido; algún témpano, algún médano
de algo que allí murió
de algo que quiero ver muerto
de algo que, siempre guardo,
con la esperanza de volver a tenerlo.
28 abr 2015
Balas con dirección
En facebook, el perfil de la Junta de Vecinos "Huamachuco 2", acaba de publicar "Por favor: ¡¡No mas balaceras en nuestra poblacion!!".
El jueves, volviendo a casa, y mientras -para variar- pensaba y pensaba escuchando música (ya ni recuerdo qué artista era, quizás habría sido un mejor cuadro recordarlo) sufrí un 'pequeño' accidente.
La verdad no lo recuerdo bien. Ahora, en retrospectiva, creo que indudablemente estuve en shock, o quizás -como última opción- en un nivel de torpeza que sólo podría explicar el desgaste físico y emocional.
Pasó lo que muestra la foto: una bala -según los pasajeros- cruzó la micro de lado a lado, rompiendo ambos vidrios. Yo no me percaté. Lo que es peor, considerando que yo iba sentado justo donde se muestra la foto, es decir, la supuesta bala pasó a ¿cms? de mí. Y ahora estoy aquí, escribiendo, sin entender por qué causa, motivo, razón o circunstancia no me dio en la cabeza, siendo que por la misma foto me resulta aún más inexplicable. Yo iba sentado allí.
Yo sólo recuerdo que 'desperté' de mi insconciencia cuando, de pronto, tuve un cúmulo de gente encima mío preguntándome si estaba bien, revisándome la cabeza, si tenía sangre, algo. Con ello, el recuerdo de pedacitos de vidrios por todo mi cuerpo (los peores eran los de mi cabeza, qué tortura sacarlos con mi (ya no tan) crespo y frondoso pelo). De ahí mucha preocupación, micro detenida, carabineros, rutina, procedimiento, más rutina, más procedimiento.
Lo cuento por acá a dos días de eso porque, justamente, la supuesta bala provenía de las afueras de la población Huamachuco. Esas balas que estuvieron a poca distancia de -quizás- quitarme la vida, pero que son balas que aterrorizan día a día a niños, jóvenes, adultos, abuelos y abuelas. Esas balas que se generan desde la segregación, desde la droga, desde el populismo que en Renca jamás aborda el problema de raíz, sino sólo en lo conveniente, sino sólo en disfraz, sino sólo en "cambiemos algo para que nadie cambie".
Y porque son balas de injusticia. Balas de desigualdad de un sistema a todas luces cruel.
26 abr 2015
Aborto: Legalidad, moral, política y compromiso social en la Universidad de Chile.
Aborto: Legalidad, moral, política y compromiso social en la Universidad de Chile.
Hace pocos días atrás, la estudiante de segundo año de Derecho en la Universidad Católica, Rosario Corvalán, escribió para “El Puclítico”, una columna de opinión denominada “Universidad ¿de Chile?: Misoprostol e ilegalidad”. Esto, en el marco del taller “Aborto con pastillas”, realizado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, organizado por diversos colectivos que tratan la temática del aborto, el género y la diversidad sexual, como también por el Centro de Estudiantes (CED) de dicha facultad. Al respecto, y como Presidente de aquél, tildado reiterativamente de forma indirecta de “inmoral” por la columnista, es que escribo (escribimos) las siguientes líneas, a modo -por supuesto- de réplica no dirigida necesariamente a la estudiante, sino como la vociferación pública de aquello que, sostenemos, es lo relevante en esta discusión.
Comencemos. En primera instancia, diferenciar algunos planos que no logran separarse en la columna: la Universidad de Chile, específicamente la Facultad de Derecho, no es la institución que organizó el foro. Este, tal como expresa en su columna Rosario, fue organizado por los grupos anteriormente mencionados. De ahí que la columna cae en un rotundo y reiterativo error: confundir una institución pública que abre los espacios para el debate y la reflexión, con que lo que se plantea en dichos espacios sea necesariamente la visión de aquélla, dejando entrever una nula o débil costumbre democrática deliberativa. Rosario nos conmina, entonces, a lo autoritario: si yo no estoy de acuerdo con tu posición desde lo institucional, simplemente no debo permitirte el mero acto de enseñar o reflexionar.
El misoprostol, reconocido y recomendado por la Organización Mundial de la Salud, es posible de ser adquirido por todo el país, siendo de fácil acceso, también, su información por la web. Así lo reconoce el mismo Informe de Derechos Humanos del año 2013 [1]. Acá aplica, entonces, la doble moral: ¿hacemos, Rosario, oídos sordos a la realidad del país, despreocupándonos de la gran cantidad de mujeres que muere al año en el mundo [2] y en Chile por abortos, e incluso de los mismos 18.000 a más de 100.000 abortos que se estima se realizan al año en nuestro país[3]? ¿Hacemos vista ciega, Rosario, y deseamos que aquellas mujeres mueran en silencio, o tengan consecuencias físicas y emocionales para el resto de sus vidas? ¿Hacemos caso omiso, Rosario, de las más de 180 recomendaciones que ha recibido Chile desde el Consejo de Derechos Humanos de la ONU de legalizar, al menos, el aborto terapéutico?
Pero vamos a lo concreto: la premisa esencial es que el aborto, ilegal en nuestro país, e inmoral desde la posición ética de la columnista, no puede ser objeto de -en sus formas efectivas de realizarlos- de ser problematizados ni enseñados. Es, en sus palabras, “atentar contra Chile”. O, al menos –y sincerémoslo- con el Chile que Rosario defiende.
Desmenucemos. La primera premisa es que, la intención de la autora, “no es demostrar la inmoralidad rotunda del aborto, sino lo patético de que una Universidad estatal enseñe a delinquir; lo insostenible de que un lugar mantenido con fondos del Estado esté capacitando gente para cometer un delito”. Primero, extraña concepción del calificativo: no pretende demostrar que aborto es “rotundamente inmoral” (¿asumimos, inicialmente, que lo es?), pero no hay discusión alguna para determinar que realizar una jornada de información y discusión a su respecto, sí. Segundo, y valdrá la pena mencionar, que gracias a un modelo económico que trasluce un sistema de educación al servicio del mercado (modelo creado por los “Chicago Boys” de la misma universidad de Rosario) la Universidad de Chile tiene un paupérrimo aporte estatal: inferior al 10%. Lo señalamos, más que nada, porque la premisa es engañosa en términos de la amplitud que intenta plantear en términos de financiamiento. Pero más allá de eso, obvia algo fundamental y ya señalado: la función pública de la Universidad es, justamente, dar cabida a la capacidad de discusión y problematización sin sesgos impuestos, menos aquellos provenientes de una determinada religión. Eso es lo público, eso es lo laico. ¿Por qué si Rosario no comparte ni aprueba el aborto, debiese ser, entonces, dicha posición la única existente? Por otro lado, veamos la contraparte: la Universidad Católica, siendo un proyecto confesional y por supuesto privado, y que recibe también aportes del Estado a través del AFI, es la misma Universidad que desvinculó hace poco a dos profesores simplemente porque Ezzati, cardenal del país, y el Rector, Sánchez, así lo decidieron en tanto no acomodan a su posición política y religiosa. Esa misma acción, ilegal, por cierto (y que tiene demanda a la UC) implica un claro sesgo: mientras en la Universidad Pública se permite pensar, en el proyecto universitario del cual Rosario es parte, y financiada por el Estado, la ilegalidad se comete sin tapujos con tal de evitar la diversidad. Debemos suponer que, al menos por consecuencia, Rosario debe haber tachado a Ezzati, Sánchez y su Universidad, al menos, de inmorales. Para qué hablar, claro está, del caso PENTA: personeros egresados de la Universidad Católica que delinquen. No nos cabe la menor duda de que ha escrito sendas columnas criticándolos.
Pero continuamos. Que, al contrario de lo que busca Rosario, esto no es una oposición de universidades. Y es que es simple: no somos fanáticos de la Universidad de Chile, porque reconocemos sus múltiples falencias. La primera de ellas, es que ésta sea efectivamente un reflejo de la sociedad chilena, eliminado la elitización que genera esa incapacidad de cuestionar que vive su universidad. Tampoco buscamos, como lo plantea la autora, caer en el absurdo de categorizar, a través de un hecho particular, una universalidad totalitaria: reconocemos el trabajo de muchos estudiantes de la Universidad Católica que luchan día a día por transformar su Universidad, y lo compleja de la tarea frente a la obcecación y fanatismo de quienes no buscan ni buscarán mirar por fuera de su realidad. Terminemos con el infantilismo.
Rosario, adelantándose a lo que piensa el lector, señala que no se permite abalar el taller en términos de “Libertad de expresión”, lo cual dirían los “autómatas” e “iluminados”, ni menos con que “no estamos haciendo algo ilegal, sino solo enseñándolo”, como se jactarían “los pillos”. Más allá de lo caricaturesco que se utilice el término “autómata” (que en griego significa alguien espontáneo y con movimiento propio, lo que efectivamente parece molestar) e “iluminados”, como si la libertad de expresión no incluyese, justamente, la capacidad de diferir frente a lo que se considera por otros como lo correcto, Rosario –inteligentemente- se adelanta a la realidad: efectivamente, y como suponemos sabe una estudiante de Derecho, aquí no hay delito: no se realizaron abortos, no se entregaron pastillas, no se indujo a nadie a abortar. Tampoco es delito que se explique cómo se realizan efectivamente los abortos. Y eso Rosario lo sabe muy bien (o sea, vamos al absurdo que tanto parece gustar: jamás podría explicarse, en una clase de Derecho Penal, la realidad en torno a los abortos en Chile). Llevémoslo a lo fáctico: Rosario quizás ignora, de extraña forma, que basta hacer unos cuantos clicks para encontrar la información sobre lo que se expuso en el taller en internet. Es decir, al parecer reproducir y cuestionar lo que allí se encuentra es, por cierto, más grave que leerlo en una página web. Parece que acto –a cara descubierta, en conjunto y sin miramientos- de enseñar y discutir resulta efectivamente inapropiado. Entonces, se devela la posición real que trasluce toda su carta, y digámoslo con todas sus letras: existe un alarido en torno a la molestia que se genera, desde su moral cristiana, que se pueda llegar al aborto. No es un tema legal. Es un tema político. Seamos claros.
“¿Qué pasaría si mañana se enseñara a torturar animales?, ¿o a “pegarse un lanzazo” en la calle?, ¿o a abusar sexualmente de menores? ¿Se podría esgrimir la libertad de expresión en esos casos?”. Y esto demuestra justamente, lo anterior: la errada y vergonzosa posición de comparar los derechos reproductivos y el derecho a la vida misma (porque la vida no es sólo nacer, es también la integridad física y psíquica; que como sabrás, Rosario, lo establece nuestra Constitución, tratados internacionales y jurisprudencia) con el absurdo de torturar animales –disfrute patológico sin colisión de derechos fundamentales-, robar o… ¡abusar de menores de edad, ¡“violar mujeres feas”! Porque sí, Rosario, efectivamente quienes creemos en la libertad de decidir, el derecho a la vida y que queremos terminar con una historia de opresión y dominación hacia la mujer, ¡tu mismo sexo!, somos aquellos que velaríamos por aquello, como si no fuese el absurdo frente al prisma político –e incluso constitucionalista- que planteamos. Eso sería una contradicción, una contradicción tan clara como la de tu carta, que no es pro-vida, es simplemente pro-nacer.
Como decíamos, este problema es y será político. Pero se disfraza, nuevamente, de algo técnico: Rosario nos conmina a recordar que el “derecho a la vida del que está por nacer” aparece en la Constitución, y que incluso está tutelado por el recurso de protección. Más adelante, nos dice que el aborto es asesinar una persona (como si aborto y asesinato no fueran, justamente, delitos distintos). Luego, que pretendemos “darle la espalda al orden jurídico positivo en pos de un derecho (¿natural?) de la mujer”. Rosario: el Código Civil establece diferencias entre los seres humanos nacidos (que son titulares de derechos subjetivos públicos o privados) y los seres humanos no nacidos (que son objeto de protección jurídica). Esto se indica en el artículo 74, en la medida que “la existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al separarse completamente de la madre” (o revisa la definición de persona del art. 55 del mismo cuerpo legal), disponiendo, por ende, de los denominados atributos de personalidad: nombre, estado civil, domicilio, etcétera. ¿Es el feto una persona? En vista de lo anterior, no. Tampoco el feto es titular de todos los derechos fundamentales que consagra la Constitución: el feto sólo tiene el carácter de protección legal de “la vida que está por nacer”, en distinción literal del derecho a la vida de toda persona, el cual se asegura a las personas en el mismo art. 19 N°1. El feto carece del resto de los derechos fundamentales de nuestra Carta Fundamental en tanto no es persona; de lo contrario -y como insinúa la posición contraria al aborto terapéutico- tendríamos que definir que el nasciturus tiene derecho a la inviolabilidad del hogar y a la correspondencia; libertad de tránsito, libertad de iniciar una actividad económica, etcétera, es decir, un verdadero sinsentido. Rosario: el feto no es una persona. Rosario: el aborto no es sinónimo de un asesinato. Rosario: si vamos a utilizar lo legal, que sea sin disfraz. De lo contrario, le mentimos abiertamente a nuestra sociedad [4].
Y entonces, ¿habrá algo de cierto en la columna? Y es que la columnista al menos sí tiene un punto totalmente concedido: el taller efectivamente es y será un éxito, lo fue en Medicina, lo fue en Derecho, y eso no es más que por la sencilla razón de que es una temática real, cotidiana, concreta, fuera de la abstracción de posiciones axiológicas carentes de absoluto apego con las necesidades de nuestro país. Porque claro, es fácil reiterar posiciones rimbombantes contra el aborto desde la comodidad de la teoría, desde la comodidad del “yo vocifero, pero no me involucro”. Que todas esas mujeres –tu sexo, por cierto, Rosario- tengan que parir obligadas, ¿total? Qué importancia la calidad de vida del futuro niño o niña, qué importa su vida misma, qué importa la salud psicológica y física de la mujer, qué importa en comparación con la retórica obcecada, desprendida de toda materialidad. Los abortos es y son una realidad: sean en una Clínica privada con la doble moral de gran parte de quienes se encuentran en contra, ya sea con pastillas en el silencio obligadamente culpable de un modelo hecho sólo para algunos. Las altas cifras de aborto en Chile (que en muchos estudios superan los 100.000 casos al año), donde muchas mujeres mueren dando a luz a fetos muertos, inviables o producto de una violación, no son un invento: son una realidad. Que seamos uno de los cinco países de América Latina, más Malta y El Vaticano, donde no está permitido ni siquiera el aborto terapéutico, no es un invento, es una realidad [5].
Si desde tu visión somos, como estudiantes de la facultad de Derecho de la Universidad de Chile o Centro de Estudiantes, abortistas e inmorales, si desde tu visión somos parte de la desfachetez de “matar Chile”, bueno, entonces lo somos. Lo somos, y lo seguiremos siendo, porque tienes razón: nosotros sí le damos la espalda a Chile. Pero a uno muy particular: a aquél que vive del doble estándar, aquél indolente con la realidad país, aquél donde prima la desvergüenza. Porque hay una sencilla y clara diferencia: acá pensamos en el país y sus necesidades, acá pensamos en lo que efectivamente acontece fuera de nuestra cómoda burbuja, aquí pensamos en un mundo completamente distinto al que tenemos. Y lo vamos a decir una y otra vez con el orgullo no del lugar donde estudiamos, sino con la satisfacción de que el prisma del compromiso con nuestra sociedad adolece de las caretas que utilizan los mismos poderosos de siempre para hacer valer sus pretensiones. Ese es el compromiso real con nuestro Chile: el compromiso efectivo con su pueblo.
Leonardo Jofré R.
Presidente
Centro de Estudiantes de Derecho
Universidad de Chile.
[1] Informe Anual de Derechos Humanos, Universidad Diego Portales, Santiago, 2013, p. 75. << Veáse online en http://radio.uchile.cl/wp-content/uploads/2013/10/libro_DD_HH_interior.pdf>>
[2] World Health Organization, Department of Reproductive Health and Research. Unsafe abortion: global and regional estimates of incidence of unsafe abortion and associated mortality in 2003, 5th, WHO, Geneva 2007.
Harris LH. Stigma and abortion complications in the United State, Obstet Gynecol,2012; 120:1472.<<Véase online en http://www.un.org/millenniumgoals/bkgd.shtml>>.
[3] <<Veáse online en http://colegiodematronas.cl/index.php?option=com_k2&view=item&id=2046:controversia-acerca-del-n%C3%BAmero-de-abortos-en-chile&Itemid=168>>
[4] Para qué referir, entonces, a la extraña omisión de los tratados internacionales ratificados por Chile que reconocen el aborto como un derecho. Uno de ellos es el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de enero de 1976, cuyo comité ha vinculado el derecho a no ser privado de la vida arbitrariamente, establecido en el artículo 6 del documento, con la realidad fáctica de las miles de muertes maternas producidas por los abortos clandestinos. O la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (Cedaw), que garantiza en su artículo 12 el derecho de la mujer al acceso a servicios de atención médica en condiciones de igualdad, incluyendo los que se refieren a la planificación de la familia. Como sabrás, Rosario, el art. 5 inciso 2 de nuestra Constitución no sólo reconoce los tratados internacionales en el deber de “promoción” del Estado, sino que también los integra en el ordenamiento jurídico mediante el bloque de constitucionalidad. Su rango, según el tribunal constitucional, es supralegal: es decir, está por sobre la ley simple que tipifica el aborto
[5] Informe Annual de Derechos Humanos, Op. cit., p. 82.
29 mar 2015
Enajenación
Hoy me sucedió algo que me hizo dar una que otra vuelta a muchas cosas...
En el supermercado hay cierta gente que tiene prohibida la entrada. ¿Por qué? Porque van siempre y han, en aquellas ocasiones, armado peleas, robado cosas o siempre van en estado de ebriedad.
Bueno, dos de aquellos tipos -categorizados como 'flaites'- algo curados, se pusieron a discutir por ello con los guardias: les habían prohibido el ingreso. Con ello, uno comenzó a ofender al guardia, nuestro compañero de trabajo. Le dijo "si tuvieras cuarto medio sabrías que este es un lugar público, no pueden no permitirme ingresar".
Yo empacaba muy cerca. Siguió ofendiéndolo de aquella forma, es decir, desde su posición de explotado a otro explotado. Lo buscaba humillar porque, para él, ser guardia era tener poca educación. Lo buscaba humillar sólo porque no le permitían ir a comprar un sixpack de cervezas.
El guardia tiene una numerosa familia, donde él es un sustento importante. Trabaja el doble de jornada, por su madre y sus hermanas. Él está al último. Siempre lo veo cansado, de ahí le "meto conversa", hablamos, tiramos la talla, me responde "así no más es el asunto, hay que trabajar". Y él, el mismo, aguantó impertérrito cada una de las palabras expresadas.
Yo no pude. Me di vuelta, dejé la caja, y les dije, con rabia, que pararan, y que por cierto quien decía lo del sector público estaba siendo, aparte, un soberbio porque estaba equivocado en lo que argumentaba. No me gusta que discriminen a la gente, no le prohibiría a nadie el ingreso. Pero aquél, enajenado por el sistema -claro está- humillaba a otro... ¿por qué? ¿por una cerveza que no le dejaban comprar? ¿tanto valía para él aquello al punto de desembocar su frustración con un tercero que jamás lo provocó? ¿O más bien no se mide ni matices verbales ni la clase cuando se trata de sacar el odio que el mismo sistema te inculcó?
El tipo del lado del que se burlaba de mi compañero, con un gesto que no puedo olvidar, crispó los dedos y me dijo "anda a empacar". Me ordenaba mi función, también inferior. El que proliferaba soberbio error, me dijo muerto de hambre. Se enojaron tanto con mi interrupción, que me amenazaron y me dijeron que me "esperarían afuera".
Otro guardia les compró su cerveza para que se fueran. Mi compañero guardia me pidió calma, "Leo cálmate", y se puso entremedio para que no me siguiera involucrando. Logré conservarla sólo por él, mientras todo el mundo miraba la situación. La triste situación.
Se fueron. Seguí empacando no sin antes aguantar sus insultos. Aún tiritaba de rabia, y claro, algo también de miedo. Me sentí tremendamente violentado. Pasado todo, para coronar la situación, las siguientes personas que continuaron por la caja sólo atinaron a decirme frases que oscilaban entre "por qué existen esos flaites", "deberían encarcelarlos a todos", "ten cuidado afuera, no te vayan a hacer algo". Fue aún más perturbante, ¿cómo no entender por qué actúan así, y cómo poder congeniarlo con la rabia del momento?
Hay claridad en lo que pienso y siento, no dudo de mi posición política con esto, sólo lo reafirma. Pero qué crudo es sentirse humillado por quienes la mayoría rechaza, mas yo -como otros- buscamos no sólo entender, sino también defender de un mundo que los culpa por ser lo más relegado de un sistema segregador, injusto y cruel.
En fin, como muchas otras veces he dicho, queda mucho aún por hacer. Y algún día, que no quepa duda, cambiaremos todo esto. Por ellos, por el guardia, por todos y todas.
Elección de Decano
Señor director:
Por el presente medio se informaba la semana pasada del proceso eleccionario para el Decanato en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Dicho proceso -que se inició luego de su paralización durante casi un año- tiene importancia no sólo al interior de nuestra facultad, sino que también en la proyección hacia la sociedad de qué universidad pública deseamos construir para nuestro país.
Al respecto, cabe preguntarse por qué la elección de una figura que representa no sólo a los docentes, sino que a toda la comunidad universitaria (estudiantes, profesores y funcionarios no académicos), es elegido sólo por sus pares docentes. La universidad pública se construye bajo el esfuerzo, trabajo y dedicación de todos sus actores, piedra base de su fundamento público y social.
Así lo ha entendido el Senado Universitario de nuestra casa de estudios, impulsando un proceso de reforma estatutaria, donde sectores conservadores han intentado repeler los avances en dicho sentido: la necesaria democratización de nuestra universidad, dejando atrás su impuesto y mantenido autoritarismo.
Como estudiantes nos organizamos no para exigir algo carente de reflexión ni ahistórico; planteamos la necesidad de retomar las raíces de la construcción triestamental de la educación y su proyecto al servicio de las necesidades de todo su pueblo y no del mero haber individual. Construcción conjunta no lejos de la experiencia latinoamericana, no lejos de lo que nos arrebató la dictadura cuando existía el claustro pleno y la participación de sus actores.
Leonardo Jofré Ríos
Presidente Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile
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