Amor, el te quiero plástico no puede ser regado
Si cercenas cada camelia al fin brotada
Con la misma tijera recurrentemente usada
Jardinera de mi calma,
No barras con tus mentiras
Los restos verdes de mis alegrías.
Amor, en las anteras de greda
Cuelgo como adornos mis rodilleras
No habrá cubierta a más raspados
Si podas cada brote de tierno rasgo
Por el temor a ser cual cactus:
Herir con negada egolatría
De asecho en sigilo punzante,
O quizá ser la flor más bella
De ésta, nuestra primavera danzante.
Amor, te siembro hoy en anchura
Porque contigo comprendí
Que en voz de agua ardiente
Entona la fruta madura:
Hay ramos de rosas con espinas
Espinas duras.
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