19 feb 2012

Ante el autoflagelante cuestionamiento.


¿Hasta cuándo Santiago abrasará nuestras caras

Y el rojizo arrebol quemará lo blanco?

Por mucho tiempo más, contestará el Maipo

Si cada día nueva torre se yergue alto

Como moderno rasguño a su celeste manto

Mientras sus verdes descansos

Ya no conocen de risas ni cánticos

Sólo de brincos al éxtasis

De cada día más rimbombante bocinazo

Ridícula pleitesía

Al frenesí rutinario.


¿Hasta cuándo habrá violencia,

Terrorismo,

Como vil cuatrero acechando?

Ya acabará, mi peñi, mi hermano

Te responderá el mapuche

También el inmigrante latinoamericano

Aún cuando mi tierra conozca

Cotidianamente qué es la sangre

Y el plomo de los soldados de tu infancia

Sea la realidad de mis críos:

La pétrea guerra marcando su lactancia.


Aún cuando fustiguen con celo

La resistencia de mi pueblo,

La dignidad misma

Que hoy también me niegas

Prevaleciendo la cobardía

De vivir subyugado

Buscando conquistarme

Con la violencia cómplice

Y el terror que siembra

Cada capital privado,

Escucha mi cántico

¡Cuán violeto es también tu Estado!


Newen somos

Admapu seremos

Al son del cien veces venceremos

Ven y clama conmigo

¡Somos un mismo pueblo!


¿Hasta cuándo impune abuso?

Ofuscado gruñe el orador rimbombante

Mientras no me sientas

Susurra el pueblo concomitante,

Que nada comienza ni termina

En lo tantas veces dicho,

Que de tu retórica cual verborrea

No se horneará batido

Ni beberemos suficiente agua

No confundas el exceso de saliva

Con los vítores que yerguen vidas.


Para saciar tus afrentas

Soslayamos tu falsa modestia

Tu lengua tan sacrificada,

Escúchanos,

No necesitamos mártires ni profetas

Somos nosotros quienes han pasado hambre

Abuso creará

Todo aquel que prosiga

Con dicho enclenque mensaje.


¿Hasta cuándo será dulce?

Chistaba disconforme la abeja:

En las afueras de la caverna

Conocerían nuevos rubores,

Yo quiero agrio sabor testado

Aunque me condenen

Como al limón soterrado,

¿Acaso en algo habré errado?


El mundo sabe a placeres,

Proclamó la mujer etérea

Si por lesbiana buscan sitiarme

Cada “te tolero”

Rocía aún más bencina

Para calcinarme,

Y cada estereotipo tiene como objetivo

El sólo lograr ocultarme.


En ti forzarán la miel, bicolor abeja

Pues será combustible neutro

Pábilo para sus temerosos labios,

Y así multiplicarán sus roces

En la risible virginidad

De estimar que sólo existe

Su manoseada verdad.


¿Qué saben de amor ellos, danzante abeja?

Se confunden como ovejas

Meriendan del mismo rebaño

Emancípate, no tengas dueño ni amo

Abandona de una vez

El vértice de la oscura caverna

Que el dulce no constituye ni hará a la abeja,

Sé como tú quieras

Tu lucha será

La libertad del que la enfrenta.


¿Hasta cuándo poca eficiencia

Emprendimiento sin esfuerzo

Para el avance humano?

Son ellos quienes dan trabajo

El pan que habrá de ganarse

Cual sueño americano.


Desde el exilio de mis penurias

Y la bipolaridad de mis andanzas

Apunto hacia tu corbata

Patrón de la usura

Guardián de las desconfianzas,

Y desde aquí, al yugo de tus usanzas

Ruego por el puñal de victorias

Que desborde lo acumulado,

Desde la pala y el teclado

El pizarrón y la guitarra

La extracción y los servicios

Por la hoz y el martillo,

En la marcha de mis porturarios

Y desde el confín de mi salario,

Por la libertad de mis hijos

Y la igualdad con mis hermanos,

Hago una promesa de vida:

Lucharé por el despertar

De cada enajenado

Para que no haya eco de tus palabras

En ningún inocente desclasado.


Desde el llanto de mis sogas

Y el extenúo del descanso

Por la vida derrotada

Yaciendo en mi lánguido remanso,

Renombro mi vida

Como aquella de cada obrero

Por nadie nunca más explotado

Hasta la felicidad siempre,

Compañera, amigo, hermano.


¿Hasta cuándo habrá apatía?

Se preguntaba quien ya no escribe

Hasta que decidas cursar

Revolucionaria caligrafía,

Esta vez respondió,

En el vigor de sus letras,

Mi mano

Ella, la jamás dormida.


¿Hasta cuándo el mero lamento?

Se cuestionó el pueblo,

Mi mano cual escriba,

Y en reunión de rabia contenida

Pero al dulzor de la esperanza

-O agrio para quien así lo estima-

En la ciudad Santiaguina

Junto al Maipo y la abeja

El obrero y sus hermanos

Cantaron a la libertad:

No más esclavitud

Ni individual usanza

La revolución comienza

Dando cara.

1 comentario:

Fito dijo...

es como la incógnita que todos quieren resolver. Y ahí está ahora, la acabas de escribir.