2 abr 2012

Coróname.


Coróname como el silencio que baña a tus heridas
Como el barco encallado y tú la roca
La polución que habrá de agotar vidas,
Como aquella bandera que arrojas a la ventisca,
Roja, siempre roja,
¡Cómo me arrojas a la ventisca!…

Coróname como el caminante de orilla de mar
Aquel que ha hecho de la soledad su corolario
Aquella que convierte en calma su aguantar
Como aquellos a los que les pesa más el ego
Que cualquier verdad.

Coróname como la canción que miente sobre perenne historia,
Expele para ello los versos que viertes por mí
Y que claro, has repetido a tantos otros
Ellos -de seguro- habrán de hartar hasta el colmo aquí.

Coróname como la risa forzada de tu rostro exhausto
Como la ternura límpida 
Del confundir vivir por mí
Con el tener mi vida para escindir tus sonrisas,
Déjame ser el rey de tu ironía
Para que sepas que has ganado
Y yo me burle de tu inexacta e ingenua,
-La misma de siempre- sabiduría.

Coróname como el banquete que adornará la gala de tu yo decido
Para saciar tus ansias,
Para adormecer con gula la sorna de quienes lo creerán un sinsentido.

Coróname como el erguido cuello que termina en pico
Como el que se alimenta del celoso nado de su presa
Déjame ser la pecera que lo salvará de nuestra ambivalencia,
Te pido que me corones como la pregunta inquieta:
¿Has de preferir la vida con el encierro como tu reina,
O acaso te aventurarás al desconocido, siempre magno,
Para bucear a mundo ancho sin ninguna vestimenta?

Coróname como aquel Cupido que yerra en su objetivo
Como el harto del por siempre cuando concluye en compañero rotativo,
Coróname como la puesta de sol que descubre cuán infame ha sido el arrebol,
Permíteme ser el frío que rasgará tus vestidos
La pluma que escribirá en arena cuánto no ama,
(Aquello que borrará el mar en un rugido),
Lo boreal que colorea en tus muecas la corona que hoy de ti recibo,
Coróname para ser tu sangría y tus puntos suspensivos.

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