24 ene 2011

Ausencia obligada.


Hace unos días alguien me preguntó por qué escribía "textos tan reflexivos/depresivos", siendo que ello no se asemejaba a como actuaba en el día a día. Repliqué, en primera instancia, que a ratos me estaba sintiendo demasiado así y claramente ello no me gustaba (muy por el contrario); pero que no era una situación de esencia sino simplemente un medio de expresión para no quedarme con ello. Lo pensé por segunda vez y entendí también que había, como siempre, mucho por decir sin querer extrapolarlo, mucho de hablar directamente sin necesidad de estar ahí con esa persona. Me preguntaron, también, si muchas de las reflexiones estaban derivadas de desilusiones amorosas. "Las menos, probablemente ninguna mía", respondí. ¿Probablemente? Claro, no que yo sepa (¡no necesita entender!) Corresponde mucho más a cariño en sentido lato, a lo concluido de procesos en que no lograba entender el comportamiento de quienes me rodeaban. Miento, entendía pero no quería sentir, no quería aceptar. Cuando le di una tercera vuelta terminé por asumir que efectivamente este espacio es la reflexión personal que omito no por no sentirme débil, sino simplemente por no querer cargar a nadie. Y ello, a ratos, tiene más costos de los que quisiese. No es lo mismo escribir que estar ahí, pero sirve fundamentalmente para cumplir el objetivo personal de no interferir en el pesar de nadie: acá cada uno es libre de leer o querer entender. Y, por cierto, no requeriría sentir para darme cuenta que difícilmente hay alguien ahí.

El conflicto se suscita en tanto, hoy por hoy, no decidí que quiero ausentarme. No decidí en tanto va más allá de mi moral y accionar, siento que me obligaste. Ausentarme de forma obligada, ausentarme sin burlarme de tanta muerte (perdón a ustedes por robarles la identidad), ausentarme porque detesto despertar y leer tanta idolatría, ausentarme porque no podemos estar tan mal de no querer hacer nada por quienes hoy no tienen más que al sol, ausentarme porque no entiendo cómo diablos no nos quiebra tanta persona sin su pan, ausentarme por mi paternalismo, ausentarme porque no soporto ver niños pidiendo vivir al caminar, ausentarme por el cansancio estremecedor, ausentarme para evitar la tiranía, la política falsa, la mentira, la falta de prolijidad; ausentarme para que no te pongas más barreras que nos dañen, ausentarme para no cuestionarme por tanto autolímite que nos ponemos para ser felices, ausentarme para no tener que ver cómo engañan, ausentarme para no ver en risas lo que sienten con la agonía, ausentarme para no cambiar nunca más a nadie, ausentarme para evitar los costos de las múltiples caretas, de la bipolaridad, de la diferencia entre el decir y el hacer; ausentarme para que no duela tanto que estés tan lejos y tan cerca, ausentarme por mis ojos dormidos, ausentarme por tanta mentira, ausentarme por cada maullido, ausentarme para no quemar mi espalda, ausentarme porque quiero volver a no hacer nada solo, ausentarme porque detesto que te mientas, ausentarme porque no hay nada mejor que casa, ausentarme para cargar tus penas sin llorarlas, ausentarme para volver reír de forma cínica, ausentarme para no tener que interpretar más tu actuar, ausentarme para no tener que pensar qué pasaría si, ausentarme para no dudar de tus gestos, ausentarme para que no me importe la confianza, ausentarme para no tener que volver a hablar de medioambiente y destrucción, cultura y espectáculo, crecimiento y capital, ausentarme para no ver más tu sonrisa, ausentarme porque no cabe en mi cabeza tanta desigualdad conformista, ausentarme para no tener que verme inmerso en el caminar sin mirarnos, ausentarme para ya no sentir más que empujo solo, ausentarme para no querer estar siempre en agua, ausentarme para no ser tan dócil a no entender, de aguantar, de pulir, de no morir, de no querer dejar de soñar; ausentarme por la imbecilidad de ser tan imbécil, ausentarme para no ver nunca más como alguien denigra a su par, ausentarme para no querer llegar tan alto, ausentarme para no tener que dar más explicaciones, ausentarme porque me cansa ser, ausentarme para no viajar más, ausentarme para retroceder a lo que no fue, ausentarme porque no hay espacio para una desilusión más, de mí, de ti, de nadie.

Llegué, con increíble calma, al colmo. Al colmo que rebasó la resistencia, al colmo que no quiere más calma. Pero, como detesto (en serio detesto) pensar y pensar una y otra vez estas situaciones e inmovilizarme una vez más, no habrá espacio para contar a nadie ni a nadie, no habrá lugar para la reflexión, no habrá espacio para cambio alguno, no habrá espacio para mí nunca más. Entonces, ¿en qué radica la ausencia? Radica en que, hoy por hoy, ya no soy yo. Me declaro un no-Leo. Me declaro un perdido. Me declaro un tipo que no aprendió nunca de tanta caída. Me declaro un imbécil sin remedio. Me declaro un estúpido que no quiere seguir más ahí, pero seguirá. Me declaro un pésimo hijo, un pésimo hermano, un pésimo ser humano. Me declaro un afanado de no querer existir en un mundo así. Me declaro un perdedor de la batalla de querer vivir sin mirar al del lado. Me declaro un vencido que ya no quiere más... hoy, en definitiva, me declaro todo aquello que no quiero ser, que no quiero ser.

Y así, entre tanto ardor, entre tanto cansancio, entre tanta amargura, doy por perdida mi primera gran batalla. Me voy, obligado, a dormir sin imaginar nada por primera vez en muchos años. Me voy, obligado, para que no pienses que esto no tiene sentido, que esto es pena del momento, que esto pasa con el tiempo y no quedará rastro. Me voy, obligado, para que sea más fácil huir y no pensar en cómo cambiar esto, ello, el mundo. Me voy, obligado, para no interrumpir aquella falsa felicidad. Y así me voy, obligado, para no tener que volver nunca más a leerme así.

4 comentarios:

Susi dijo...

Quiero ver tu risa todo el día... (8)

Y seremos imbéciles redomados que siguen tropezando en el mismo lugar, pero estaré ahí para ayudarte, levantarte y echarte povidona y bialcol en los rasmillones.

Anónimo dijo...

somos muchos los ausentes!
Volverás a caer? seras un ausente?




...Un poco de miel... un poco de miel... no basta...

Esperanza F. Domínguez dijo...

No sé si leerás esto ahora que estás ausente. Soy relativamente nueva en tu blog, llegué a él en una de esas búsquedas azarosas de Google, en las que buscando algo (esta vez fue la letra de la canción que da nombre a tu blog) terminé donde menos lo esperaba.

No soy una asidua lectora de blogs, el siglo XXI no ha llegado a mí y sigo encontrando muy difícil el leer en la computadora, pero entre el viernes y hoy leí algunos de tus textos. Me gustaron casi todos, pero no los comenté porque los sentía demasiado personales, como dirigidos a las personas a tu alrededor o sólo para ti mismo. ¿Qué iba yo a comentar? La empatía que trato de imprimir en casi todos mis escrios brillaba por su ausencia.

Sin embargo, este texto en particular parece, más que una renuncia, un grito de ayuda. No estoy diciendo que soy el Ángel Redentor o que te vengo ofreciendo la paz y la salvación eterna, pero al menos quisiera felicitarte. Tu texto es también una ejemplar quema de naves. ¿Te has preguntado que tal vez las batallas por las que luchabas no tenían ya sentido? Hay veces que nos autoengañamos tanto que terminamos confundiendo la verdad con la mentira, el sueño con la realidad y lo tangible con la ilusión.

Auséntate, huye, aléjate de todo lo conocido, prueba nuevas cosas: no pensar demasiado, no escribir tanto, callar y mantenerte impasible ante todo lo que otrora te molestaba. Sólo así podrás dilucidar por qué sigue siendo importante luchar, qué te anima a no rendirte del todo y, sobre todo, qué nuevas batallas te llaman de nuevo a tomar las armas. Citando el libro de El gatopardo: Que todo cambie un poco para que todo siga exactamente igual.

Disculpa si toda esta perorata está fuera de contexto, de todos modos puedes ignorarla y seguir con lo tuyo. Yo soy sólo una lectora más que apenas encontró el momento y texto propicio para comentar.

Saludos desde México.

Anónimo dijo...

Muchas veces nos desviamos y nos perdemos, pensamos que no deberiamos estar donde estamos y nos menospreciamos pensando que nuestras luchas son inutiles.

Pero el hecho no es la batalla ganada, es el estar ahi poniendo el pecho y dando todo lo que esta en nosotros para que las cosas cambien, sangre, sudor y lagrimas.

Somos ilusos al pensar que podemos con todo, que nuestras emociones se pueden esconder, pero llegamos al momento en el que necesariamente decimos basta, porque con esa mochila no nos podemos mantener en pie.

Pero somos personas que necesitamos de los demas, no podemos ir por la vida intentando cambiar todo, si el primer cambio esta en nosotros, en sentirnos bien, en querernos, para poder querer a los demas, para poder soñar, para tener fuerzas y lograr lo que en nuestras mentes se gesta.

Es necesario desconectarse y salir un rato de esto, pero para ver en que se esta fallando y volver con mas fuerza, levantar la frente y seguir adelante.

Yo siempre te he querido mucho, eres una persona de verdad que emana mucho de si, que quiere mucho a sus amigos y lucha desde donde estes por un mundo mejor.

Animo Leo, tus amigos siempre estaremos aca para cuando nos necesites, atte

Naxo Azocar