Te amo, Antonia
Te titulas como lo increíble
El premio al trascurrir de los años
El obsequio más grande
De una vida
Por ti vivida
Te quiero tanto, tanto,
Francisca,
Que no podría imaginarme
En el cerrar de mis ojos
Un latido breve de excesos
Sin ti, por ti
Y por eso hoy quiero,
Isabel,
Que estemos uno por el otro
Como el cabrón que supera
Todo duro impedimento
Como mi falta de trato amargo
En el canje libre
De nuestro siempre
Y así hoy, Carla,
Saludo al naciente pleonasmo
De mi rutina junto a ti comulgada
Ya que tal como oyes
A riesgo quizá cierto
De retumbe a conocido
El eco de mi te amo, Trinidad,
Contigo nunca será viciado
Como el verbo no ha de gastar su tacto
Ni tendrá un milésimo de áspero,
Y así, en el por fin,
Soledad,
Clamaré que esto es indestructible
Inseparable
Interminable
Tal como imaginas nuestro siguiente,
Susana,
En manos entrelazadas
Sonrojadas por nuestros hijos
Dolientes por su crecer
Tristes por su partida,
Y ante ello, amada Pía,
Te repito:
Eres la única mujer a quien realmente he amado
Como ti no hubo ni habrá nadie;
Porque, Daniela,
El sexo sabe sólo a ti
Borra todo efímero gemido
La experiencia de vuelta al novedoso
La textura rígida
Ahora raspante de ternura
Y el crédito en cuotas de tu cuerpo, Romina,
Empapándome cual viajante nube
La lluvia como la condición de toda causa
Y de consecuencia no más que un nosotros,
Amanda,
te amo Amanda,
Pues en tu regazo el bastardo sonríe
La tierra no reniega de su cobija
Contigo vuelvo, vuelo;
Porque a tu lado el presente,
Javiera,
Es aquel con quien nunca he vivido
Donde el punto final
No es más que el inicio de tres continuos
Y el futuro irremediable junto a tu lado, María,
Es un futuro nuestro,
Sólo nuestro,
De nadie más.