17 abr 2016

Cristo picado


Y me iré lejos de aquí
maletín en mano
ocultando,
una, tres, diez sonrisas
que tomaré de las que a ti te regalé,
en forma de mariposa,
porque ya no revolotean,
en forma de papel picado,
porque hoy sólo yacen trizas,
en forma de granizo,
porque enfrían hasta lo más minúsculo:
sonrisas
tiernas,
misteriosas,
anquilosadas,
¡qué maravillosa tortura!,
recordarte aunque deambule
lejos de ti,
lejos de mí,
¡qué agónica alegría!
ir así, aquí, de allí,
sonriéndole al viento,
tan refrescante como tu pecho,
arrancarme al mar
para empaparme con tu sexo,
huir al campo,
y que el trigo me alimente
con su sol enorme:
eras la hostia, el pan y el vino,
tu cuerpo, tu sangre,
tú,
el Cristo,
omnipotente
la presencia de lo ficticio,
yo pago tus pecados,
por ti me crucifico,
mas no soy yo quien resucito
tú eres el tercer día
tú eres quien desciende nunca digno
tú eres quien vuelve
para nunca
jamás nunca
volver a estar conmigo.

Por eso enloquecemos.


¿Y si desheredo a mi amor
provocando tus yagas
para brotar su alegría?

Si te tomo de la mano,
y apunto a las pampas cóncavas,
¿habré de florecer en tu seno?,
Podré, acaso,
recorrer el lago de Calama,
ser minero,
encontrar carbón
y calentar mis pieles
con mineral mojado?

Si enciendo tus caricias
con luces rojas,
con adorno molesto,
y miento
miento
miento
miento,
¿cambiarías el silencio
tan circunstanciado
por el destierro de esas violentas
idas y vueltas?

Qué tan agraciado sería
Dar ostracismo a la expectativa
y hacernos daño
hasta el hastío de jamás perdonarnos
por sólo no querer
perdonarnos.

Qué tan bello sería
asumir que somos humanos
que somos la masa,
de cariño licuado,
qué tan bello sería
asumir que a veces fracasamos.

Bajo mi sien
invento algo sobre mí
río con discursos,
y luego me arrepiento,
con discursos río
y me arrepiento luego

Por eso enloquecemos.