26 oct 2014

Discurso cambio de mando CED 2014-2015.


Estimados y estimadas compañeros y compañeras,
funcionarios y funcionarias,
comunidad docente presente,
Sr. Decano, Pierino Perazzo,
Sr. Vicedecano, Álvaro Fuentealba,
Sra. Directora de Escuela, Carola Canelo,
Sra. Secretaria de Estudios, Mónica Velozo,
Compañeros y compañeras de la Mesa CED saliente,
TRICEL:


Sin duda alguna, es difícil dirigir estas palabras. De hecho, nunca tuve muy claro cómo comenzar, qué plantear, cómo poder abrir más que un discurso un diálogo a través de estas palabras. Y llegué, con todas esas ideas y vueltas, a que lo único adecuado y correcto era ser lo más sinceros: escribir y hoy relatar aquello que nos motivó -como grupo humano- a asumir este compromiso.

Y digo que es lo más sincero porque parte de la convivencia del día a día. Porque quizás, con nuestras experiencias, se ve reflejado un universo amplio de compañeros y compañeras cuya realidad existe, pero es poco comentada. Porque somos parte de aquellos que viajan una hora o más para llegar a la Universidad, aquellos que provienen de la periferia, de La Cisterna, Conchalí, Renca, Maipú, esa periferia que hoy es excluida, esa periferia que queremos que esté aquí, con nosotros, representada en esta facultad. Porque también somos parte de ese grupo de estudiantes de región que viaja una o dos veces al año, que extraña, que necesita, que sabe el tremendo pesar que siente su familia por su lejanía, pero a la vez la tremenda alegría de que su hijo o hija estudie en esta facultad. Porque también somos parte de aquellos que vienen de Bachillerato, una realidad lamentablemente hoy secundaria, una realidad hoy omitida con sus problemas y complejidades, pero una realidad hermosa que nos hubiese gustado todos pudiesen vivirla. Porque sabemos lo que es provenir de intercambio, porque sabemos lo que es quedar en aquellos ciclos intermedios, muchas veces rezagados “a lo que quedó”, como un estudiante -nuevamente- de segunda categoría.

Y porque hay una cuestión muy básica, elemental: no podemos seguir dejando de lado realidades que hoy son solapadas en nuestra Escuela. La premisa es muy simple: hay que repensar y reconstruir nuestra facultad, y para ello se requiere, urge, necesitamos que se visibilice el rostro de todos y todas. He ahí la centralidad: existimos muchos que quizás nos concebimos desplazados. Sin voz. Omitidos. No escuchados. Y aquí existe una tarea, éste será el sello del nuevo CED que hoy asume, ése es el compromiso: que aquello nunca más vuelva a pasar en nuestra Escuela. Hay realidades que no pueden seguir esperando.

Porque lo dijimos y fuimos enfáticos en nuestra campaña: para recomponer las confianzas y volver a creer en la acción colectiva como motor de transformaciones - profundas transformaciones- debemos recuperar el concepto de comunidad universitaria. Y aquello ya no pasa sólo por tener un cuerpo estudiantil fuerte, comprometido, atento al estudio y la discusión, sino también por entender que no sólo somos un actor: somos un actor tremendamente, importante, pero un actor tremendamente importante que va codo a codo: particularmente, ni yo ni mis compañeros y compañeras nos sentimos ni nos sentiríamos nunca más que cualquier otro miembro de la comunidad universitaria. Y con ese mismo clamor, asumiendo el rol que cada uno juega en este espacio, es que queremos decir algo importante: la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile la construye su pasado, su presente y su futuro, pasado, presente y futuro que ha sido levantado por académicos, funcionarios y estudiantes, y queremos -así mismo- seguir haciéndolo: para volver a poner a la Escuela en los desafíos de un pueblo y país demandante debemos recomponer las confianzas, empoderar toda -y digo toda- nuestra comunidad, donde la triestamentalidad no sea sólo discurso, sea materialidad, sea acción y transformación. Creemos y vamos por una triestamentalidad efectiva.

Este 2014 vivimos una situación especial en nuestra Escuela. No hablamos, con ello, sólo de la administración del Centro de Estudiantes, CED al que, pese a todas nuestras públicas y visibles diferencias, sobre todo críticas por lo que representaba el no-proyecto de lista, reconocemos intentaron en todo momento sacar a flote un trabajo abierto. Hablamos de la despolitización. Pero la culpa no fue de retrocedamos: la culpa fue de nosotros, estudiantes que creemos en la política, estudiantes en su conjunto, quienes no supimos hacernos cargo de las desconfianzas que se generaban en nuestro espacio. Los colectivos políticos nos equivocamos: la omisión de trabajo, el doble discurso y el “todo vale” inevitablemente dañarían las confianzas. Este fue un diagnóstico presentado por todas las listas a Centro de Estudiantes. Lamentablemente, vemos como dentro de la misma campaña, e incluso después de los resultados, fue por muchos y muchas nuevamente olvidado. Aprendamos la lección, tomemos las enseñanzas: diferencias tendremos, siempre, es justo y adecuado, mas los objetivos que nos planteamos nos acercan mucho más de lo que nos separan. Unidad. Unidad. Unidad.

Y bueno, en lo concreto, ¿cuáles son los desafíos?

Primero, la construcción de una facultad que hoy esté al servicio de su pueblo, con un proyecto país claro y determinado. Se ha avanzado con el PDI, y ahora velaremos y trabajaremos por su instauración y cumplimiento. Pero falta. Debemos conjugar un proyecto claro, que dote al perfil del egresado de las competencias necesarias para su formación integral y también para pensar la sociedad. No queremos formar sólo esclavos del mercado. Queremos formar hombres y mujeres decididos a transformar, decididos a aportar y ser agentes de cambio.

Avanzar en el acceso y plantear un proyecto de transformación del mismo. Cuánta pena nos da que como estudiantes nunca haya sido un tema tan relevante. Cuánta pena nos da que hoy los estudiantes de colegios públicos estemos cada vez más invisibilizados en la matrícula. Cuánta pena nos da recordar a nuestros compañeros y compañeras que hoy no están acá, que no pudieron estar, que desde dictadura nunca nadie quiso que estuvieran, porque hubo unos pocos que a través de la fuerza, el odio y la muerte decidieron por todos nosotros. Lucharemos a nivel estudiantil nacional por la reforma. Lucharemos a nivel local para abrir los espacios para que nunca nadie vuelva a patear piedras, para que nuestra clase se haga presente en esta misma aula.

Trabajaremos porque nuestra Universidad comprenda que no puede avalar el subcontrato, menos una facultad de Derecho. Terminemos con la precarización laboral. Fin al subcontrato. Trabajemos por terminar con la opresión: de estudiantes a funcionarias, de profesores a estudiantes, de estudiante a estudiante: en el plano que sea, en el plano que se presente. Respeto mutuo. Comprensión. Que nadie más tenga que sentirse menos por su etnia, origen, sexo, lugar de donde proviene u orientación sexual. Que nunca nadie nunca más se vuelva a burlar de alguien por ser romper el consenso impuesto y su prejuicio, por ser distinto.

Por último, y dentro de muchos otros ejes, una cuestión fundamental: el Bienestar. Y no retrocederemos en esto: no es sólo lo inmediato, no es sólo lo que para muchos es banal, es la preocupación por nosotros mismos, por el que tenemos al lado. La situación es muy clara: hoy el estudiante que a veces no puede comer, hoy el estudiante que no puede pagar la micro, hoy el estudiante que no puede acceder a mejores condiciones de estudios, existe, está acá, y somos muchos más de lo que algunos creen. Porque existimos, existimos esos desfavorecidos de los cuales algunos no se sienten parte y por lo mismo critican sin entender, sin empatizar. Avanzaremos con decisión en esta materia, con miramientos y sin vacilaciones.

Son grandes transformaciones. Sabemos que es complejo, sabemos que es difícil. Pero tenemos claridad, certeza, convicción, de que con la disposición, el esfuerzo y el corazón de cada uno de los presentes, y también de los que no están acá, podemos, y sí, no sólo podemos, lo lograremos.

Porque iremos codo a codo aportando al movimiento estudiantil, y para eso requerimos volver a creer en transformar, la acción colectiva y los grandes cambios. Porque iremos por esa gran reforma a nivel nacional de una educación pública, gratuita, democrática, laica y no sexista; porque iremos por esa gran reforma local que ponga nuestra facultad al servicio de nuestro pueblo.

Porque ya hemos aguantado mucho y no podemos seguir esperando. Ya nos caímos y supimos levantarnos. Porque como dirían por ahí, por 1989, “nunca el hombre está vencido, su derrota es siempre breve”. Compañeros, compañeras: por una nueva sociedad, por una nueva facultad: a crear y luchar.


Muchas gracias.