22 nov 2009

La izquierda en nuestra facultad y universidad.




La izquierda en nuestra facultad y universidad.

La crítica es un tanto más liviana de lo que quisiese: pretende ser constructiva, pretende gestarse con menos de un año de experiencia en una carrera universitaria. Eso sí, hay situaciones por considerar que permiten un horizonte más amplio: una toma que mostró las aristas de diversos grupos políticos, procesos tardíos y livianos para la consecución de aranceles justos, y una que otra elección interna y universitaria.

Así llegamos a fin de año y creo necesario -como también justo- sopesar lo que se ha desarrollado en estos intensos meses. Efectivamente, todos cometemos errores, todos gozamos aciertos. Por ello no sólo es importante reconocer las victorias, sino también ser capaces de criticar lo nocivo, lo incorrecto, aquello que nos va dejando atrás ante las necesidades que no son sólo de un sector partidista o de algunos colectivos, sino de todos: tenemos que ser lo suficientemente sinceros para dejar de lado lo críptico de la política y humanizarla, humanizarla como debe ser.


¿Qué sucede actualmente con la izquierda universitaria?

El gran problema de la izquierda universitaria no es propio de ella, pues se repite con innumerables paralelo en muchísimos sectores (aunque sí se desarrolla en ella de forma preponderante). Ésta es la eterna división que se suscita con cada uno de sus actos y procesos. Convengamos en que el “discurso” de los colectivos izquierda (por lo menos los más “mediáticos”) es parecido y por ende no vale la pena repetirlo, todos giran más menos en los mismos objetivos. De ser así, ¿por qué entonces la tan manifiesta segmentación? Básicamente porque la izquierda tiende a ser amplia y ecléctica, se manifiesta con disímiles matices. Efectivamente, hay discrepancias en lo formal y material, mas es irresponsable quedarnos sólo en ello. Es necesario reconocer que en muchas ocasiones las divisiones sólo responden a conflictos personales e intereses de “poder”, a la aparente irresistible ansiedad de disputar cargos políticos y lo que ello conlleva como satisfacción de intereses individuales y sectarios a futuro. Así, entonces, se usan caretas y máscaras para ocultar deseos personales en desmedro del trabajo conjunto y eficaz. Nos separamos, reclamamos, apuntados con el dedo al otro y fragmentamos lo poco que tenemos y lo mucho que podríamos tener. ¿Nos suena el típico “dividir para reinar”?

Por otro lado, parece que hemos dejado de lado -tanto los colectivos como aquellos que por diversos motivos no hemos participado en ellos- la capacidad de adelantarnos a los hechos, de proponer y luchar por lo justo. La izquierda universitaria se ha transformado en un reducto reaccionario, parece actuar sólo para atenuar tardíamente las consecuencias que el modelo neoliberal ha provocado a nuestra educación. ¿Qué ejemplo más claro que lo que actualmente sucede con el tema arancelario y la merma estatal para la subvención de becas y el fondo solidario? Otras universidades nos han dado una tremenda lección. Mientras se disputa el “poder” (insisto, entre comillas) acá, el poder político (ese que realmente ES poder) hace y deshace con los derechos e intereses estudiantiles.

Mientras la izquierda se disputa los cargos y se denosta entre sí, muchas veces tergiversando y adoleciendo de honestidad en sus actos, la derecha se proyecta cada vez más. No hay que confundir algo elemental: la izquierda no se plantea en su discurso contra la derecha, mas es ésta generalmente el correlato negativo clásico de los objetivos que buscamos. No se trabaja por derrotar a la derecha, se trabaja por construir un ideal. Pero, ¿qué sucede cuando no consideramos el amplio crecimiento de los sectores conservadores y liberales (en lo económico) en la última elección FECH? Es un voto de protesta, un voto de rechazo a la izquierda. ¿Por qué se explica ello? Básicamente porque el accionar del ala neoliberal de nuestra Escuela y Universidad no es ni ha sido relevante, por lo cual sus votos en gran parte no son un espaldarazo de aprobación. Así, si la izquierda decepciona con sus actitudes, sólo se daña así misma: ni los sueños de unos ni las “ansias de poder” de otros se concretan.

El lenguaje obsoleto y doctrinario de la izquierda suele dañar. El plantearnos como los "iluminados" que profesan la verdad o indiscutible solución sólo mermará la confianza ajena en nuestros ideales de construcción social. El gatopardismo, el trabajar sólo para las elecciones, el acordarse del estudiantado simplemente para pedirles el voto -como también el actuar y trabajar bajo consignas individuales en miras del reconocimiento único- nos pasarán la cuenta. Claramente sí existe un "algo" que debemos considerar.


¿Qué debe tener o hacer la izquierda entonces? Elecciones PDI.

No me creo dueño de la verdad ni pretendo serlo. Las críticas, como ya lo mencioné, son sutiles y con ánimo constructivo, propias de lo poco y nada que puede efectuarse por un medio vacuo en interacción como lo es facebook. Pretendo, entonces, que sea un inicio a la autocrítica, a la reflexión, a la necesidad de replantearse la forma en que nos estamos desenvolviendo en el día a día. ¿Un poco ambicioso? Claramente. Sin embargo, es sólo emoción tanto sincera como estratégica: en dos semanas más desarrollaremos en nuestra facultad las elecciones de las comisionados PDI, ¡qué más relevante que ello!

Así, entonces, la izquierda no puede afrontar ese proceso sin entender lo que está en juego. Y esto va muchísimo más allá de la lógica “pro” o “anti” toma, del creer en los bandos “buenos” y en los “malos”; va de la mano con el entendimiento de lo que significa un Proyecto de Desarrollo Institucional, va de la mano con comprender que no podemos transformar esta instancia sólo en una disputa de cargos por tener a “uno de nuestro colectivo” en ella, va de la mano con saber mirar al del lado como otro más que desea construir universidad “para Chile y las necesidades de su pueblo” (No nos hemos olvidado de ello, ¿cierto?)

Por ello no debemos caer en el vicio de entender esto como alianzas políticas inconsistentes e instrumentalizadas en miras de un cargo u objetivo a corto plazo. Acá hay mucho más en juego que el orgullo o el crecimiento de un coleto, pues trabajamos y luchamos por algo que decidirá los lineamientos de las futuras políticas para los estudiantes de nuestra facultad. Limar asperezas, congeniar ideas, conversar, discutir, buscar puntos en común, trabajar, juntar las manos y compartir los sueños más allá de las diferencias orgánicas o de identidad: podemos dejar de ver la parte vacía del vaso y atrevernos a pensar en lo mucho que podemos lograr aprendiendo a trabajar sin desconfianzas y en complemento. La izquierda debe plantearse unida en sus objetivos, presentar a los más idóneos para los comisionados y buscar el consenso constructivo y sincero.

Finalmente, sé que puedo quizá pecar de ingenuo, pero prefiero ello a asumir que esto es sólo un choque de egos e intereses, donde quien desarrolle la mejor estrategia y la conducta correctamente maquiavélica es quien o quienes se llevarán los laureles. Sé y comprendo que algunos sólo conciban la política de tal forma, la desilusión y el interés son tremendos enemigos, mas la apatía y el desgaste no nos pueden consumir. Este proceso recién comienza, y la izquierda aún tiene mucho por decir y hacer.


PD: La nota tiene una crítica que, si bien intenta ser concisa y clara, tiene muchas más aristas de las que quisiese. Es obvio y natural, las cosas no son en blanco y negro. Por ello, todo lo que no se desprenda de lo medular es de libre discusión, ojalá en persona. Para generar verdaderos cambios relevantes no nos podemos conformar sólo con las orgánicas existentes; es, y siempre será, el trabajo de bases lo más relevante. Sin embargo, mi crítica apunta a las estructuras político-universitarias conformadas. Lo otro tiene un cariz completamente distinto que da para muchísimo más que estas líneas.